Apertura
Atiende el siguiente video "Sin ti" de Samo en: http://www.youtube.com/watch?v=_lVezyvULQk
Identifica el argumento central principal, es decir, los dos juicios mas importantes que, al relacionarse entre si, permitan la inferencia de una conclusion:
Premisa 1: La vida duele menos sin ti
Premisa 2: Ahora soy mas libre sin ti
Conclusion: Soy todo lo que quiero y tengo un mundo perfecto ahora que no estas aqui
Actividades de aprendizaje
Fragmentos del texto Lógica ¿para qué?
La validez.
Es
una característica que atribuimos exclusivamente a la estructura o
forma del argumento, esto es, conferimos validez a la manera en que
están dispuestos los elementos que integran el argumento.
Como
ciencia estricta, la lógica ha desarrollado instrumentos para el
estudio específico de la forma válida de los argumentos, para lo cual ha
creado un lenguaje técnico y una serie de métodos, algunos de los
cuales abordaremos más adelante. En esta unidad nos concentraremos en el
concepto de la validez.
Como
la validez es una propiedad de la forma o estructura de un argumento,
se la atribuimos a éste como un todo. Esto significa que no podemos
caracterizar como válidas premisas o una conclusión aisladas.
De
este modo, la validez es una propiedad que conferimos a la relación que
se da entre las premisas y la conclusión en un argumento deductivo,
pues la validez tiene que ver con la llamada consecuencia lógica, es
decir, con el paso que se da de las premisas hacia la conclusión.
Únicamente cuando este paso es necesario, decimos que el argumento
tiene una forma válida.
Existe
una manera intuitiva de captar cuándo estamos ante un argumento
deductivo válido. No se trata más que de responder una sencilla pregunta
que debe formularse cuando se esté frente a un argumento respecto del
cual interesa evaluar su validez. La pregunta es la siguiente: Si
supongo que las premisas de este argumento son verdaderas, ¿puedo
encontrar un caso en el que la conclusión sea falsa? Si la respuesta es
afirmativa -es decir, pese a que se admite que las premisas son
verdaderas, se puede imaginar un caso en el que la conclusión es falsa-,
eso significa que el argumento es inválido. Pero si ocurre que al
reconocer la verdad de las premisas encontramos que estamos obligados a
aceptar la verdad de la conclusión, entonces se trata de un argumento
válido.
Debemos
tener presente que al responder la pregunta formulada no es necesario
que los enunciados que integran el argumento evaluado sean de hecho
verdaderos; basta con suponer que lo son.
Veamos el siguiente ejemplo, donde el argumento a evaluar dice lo siguiente:
Pedro es estudiante y practica natación.
Por lo tanto, Pedro practica natación.
Preguntemos:
Si supongo que las premisas de este argumento son verdaderas, ¿puedo encontrar un caso en el que la conclusión sea falsa?
Pensemos:
si es verdad que Pedro es estudiante y es verdad que Pedro practica
natación, tengo dos afirmaciones verdaderas. Si nos fijamos, en la
conclusión tenemos una sola de esas dos afirmaciones, y si aceptamos que
era verdadera en la premisa, entonces tenemos que admitir que también
debe serlo en la conclusión, pues de lo contrario nos estaríamos
contradiciendo. Por ello, tenemos que reconocer que de la verdad de la
premisa de este argumento sólo puede seguirse la verdad de su
conclusión. Por tanto, se trata de un argumento válido.
Veamos un nuevo argumento:
Alejandro estudia ingeniería mecánica o estudia química en alimentos.
Por tanto, Alejandro estudia ingeniería mecánica.
Preguntemos:
Si supongo que las premisas de este argumento son verdaderas, ¿puedo encontrar un caso en el que la conclusión sea falsa?
Pensemos:
parto de que es verdad que Alejandro estudia ingeniería mecánica y de
que es verdad que Alejandro estudia química en alimentos. Pero hay que
tener mucho cuidado en notar que este argumento no es como el anterior,
en el que de hecho se afirmaban los dos acontecimientos.
En
este caso se habla de la posibilidad de ambos, pues los enunciados
están relacionados por una letra "o" que establece posibilidades o
alternativas. A esto le llamamos estar en disyunción, no como en el
ejemplo anterior, en el que las afirmaciones estaban relacionadas con
una letra "y" y nos hablaba de la unión de las dos. En nuestro nuevo
ejemplo, la premisa nos reporta que puede ser verdadero que Alejandro
estudie ingeniería o que puede ser verdadero que Alejandro estudie
química de alimentos, y basta con que una de las dos posibilidades sea
cierta para que consideremos que la disyunción entre las dos
afirmaciones es verdadera.
Pero
tal y como está el argumento, contemplando sólo la información de la
premisa, vemos que no nos ofrece garantía de que la conclusión tenga que
ser verdadera, puesto que aunque la disyunción lo sea, porque Alejandro
efectivamente estudia alguna de las carreras que señalamos, no hay
elementos que nos lleven a considerar necesariamente que lo que estudia
es ingeniería mecánica. Esta falta de seguridad denota la falta de
necesidad del paso de las premisas a la conclusión, y nos está indicando
que el argumento no tiene una estructura válida, puesto que es posible
pensar que de la verdad de la premisa puede seguirse una conclusión
falsa, considerando por ejemplo que lo que realmente estudia Alejandro
es química en alimentos.
Como
vemos, la validez es una propiedad de la estructura de los argumentos,
pero no cualquier tipo de argumento puede satisfacerla. Esta propiedad
es exclusiva de los argumentos cuya estructura puede garantizar que el
paso de las premisas a la conclusión sea necesario. En la siguiente
unidad profundizaremos en el tema de diversos tipos de argumento y
daremos un nombre a aquellos que admiten ser evaluados con la propiedad
de la validez.
Con
los ejemplos anteriores habrás notado que el valor de verdad que de
hecho posean los enunciados que integran un argumento no nos indica si
éste es válido o no. ¿Por qué? Porque las nociones de validez y verdad
son diferentes e independientes. Para distinguir mejor sus diferencias,
vamos a profundizar en la noción de verdad.
La verdad.
La
verdad es una propiedad que atribuimos al contenido de los enunciados
que integran un argumento. Como sabemos, cada enunciado se caracteriza
por comunicamos una idea completa, y a esa idea le podemos asignar un
valor de verdad. Un enunciado será verdadero si aquello que expresa se
corresponde con los hechos tal como los conocemos; esto es a lo que
podemos llamar realidad. En el caso de que la idea que manifieste sea
distinta de lo que ocurre en los hechos, entonces le asignaremos el
valor de falso.
Hay
enunciados a los cuales podemos calificar de verdaderos o falsos con
cierta facilidad si conocemos aquello de lo que hablan. Ejemplos de
enunciados que no es difícil calificar de verdaderos o falsos son los
siguientes:
a) Hoyes lunes.
b) Está lloviendo.
c) El automóvil del director es blanco.
d) México es un país.
Para
reconocerlos como verdaderos o falsos apelamos al conocimiento de
nuestros sentidos o a la información con la que ya contamos. Hay sin
embargo enunciados que si contienen una información que no nos es
familiar, no podemos determinar su valor de verdad de manera tan
espontánea. Por ejemplo:
a) La bolsa de valores sufrió importantes pérdidas el año pasado.
b) Jalisco está más cerca de Morelia que la ciudad de Aguascalientes.
c) En el país es más barata la producción de etanol que la industrialización del petróleo.
d) Los neurotransmisores son altamente estimulados con la ingestión de leguminosas.
Para
calificar de verdaderos o falsos estos enunciados tendríamos que
recurrir al conocimiento que nos ofrecen algunas ciencias o disciplinas
para informamos debidamente, o incluso realizar una investigación. Por
ello, en ocasiones la asignación del valor de verdad de un enunciado nos
exige tomar en cuenta el contexto en el que fue planteado u otras
consideraciones, como certificar la confiabilidad de las fuentes o del
emisor del enunciado.
Ya
que analizamos con mayor claridad las nociones de validez y verdad,
revisaremos más a fondo las diferencias entre ambos conceptos.
Diferencias entre validez y verdad.
Una
primera diferencia a destacar entre ambas nociones es que la validez se
atribuye al argumento como un todo, concretamente a su estructura, y en
particular al paso de las premisas hacia la conclusión. En cambio, la
verdad es una propiedad que podemos atribuirle a las premisas y a la
conclusión por separado, pues se asigna a los enunciados y no al
argumento. Aunque verdad y validez están relacionadas, son
independientes, ya que para calificar de verdadero o falso un enunciado,
no necesitamos saber que proviene de un argumento válido. Asimismo,
para saber si un argumento es válido, tampoco hace falta conocer si su
contenido es verdadero o falso, puesto que la validez es una propiedad
de la estructura y no del contenido del argumento. Esto último significa
que podemos tener un argumento con falsedad en cada uno de los
enunciados que lo componen y no por eso será inválido. También puede ser
que todos sus enunciados sean verdaderos y que no sea válido.
Líneas
arriba formulamos una pregunta para evaluar de manera intuitiva la
validez de un argumento. Para ello era preciso suponer que las premisas
fueran verdaderas, pero no nos comprometíamos a que lo fueran de hecho,
pues lo que teníamos que vigilar era si el paso de las premisas hacia la
conclusión se presentaba de manera necesaria. Nos podemos dar cuenta de
que si esto ocurre, ello significa que no es posible que al partir de
la verdad, encontraremos un caso en el que se siga la falsedad. Caso
contrario, si partimos de la falsedad, no podemos detectar si el paso
de las premisas a la conclusión es necesario, puesto que al partir de lo
falso es posible obtener lo falso, pero también algo verdadero, ya sea
porque partimos de un absurdo o por la contingencia de los hechos.
Es
complicado captar con completa claridad, por distintas razones, la
diferencia entre validez y verdad. En el uso ordinario del lenguaje es
común, por ejemplo que hablemos de manera descuidada y usemos ambas
nociones como si fueran equivalentes, aunque no lo son. Otra razón se
debe a que en la explicación intuitiva del concepto de validez hay una
recurrencia a las nociones de verdad y falsedad para resaltar el
carácter de necesidad que asociamos con la validez, pero en la
explicación intuitiva de ésta no asumimos la verdad, ya que basta con
suponerla. Ésta es una diferencia muy importante, pero sutil, por eso a
veces es difícil apreciarla. Decimos así, que aunque hay relación entre
validez y verdad, son en realidad términos independientes, pues para que
los enunciados de un argumento sean verdaderos no es necesario que
estén en una estructura válida, y para que una estructura sea válida, no
hace falta que sus enunciados sean verdaderos.
Para
apreciar mejor cómo podemos tener una estructura válida
independientemente de que se tenga un contenido verdadero o falso, así
como la diferencia entre validez y verdad, veamos una estructura válida a
la que asignaremos distintos contenidos con todas las posibles
atribuciones de valores de verdad. Podemos plantear argumentos cuyo
contenido es falso y que sin embargo sean válidos. Por ejemplo:
En términos simbólicos, la estructura del argumento queda así:
Todos los A son B.
Todos los B son C.
Por tanto, todos los A son C.
Además
de responder la pregunta que nos ayudaba a evaluar la validez de un
argumento para advertir que efectivamente se trataba de una estructura
válida, podemos pensar intuitivamente en términos de conjuntos, pues de
lo que se afirma en las premisas ha de seguirse necesariamente la
conclusión.
Pensemos:
si tenemos un conjunto A de objetos, que a su vez está contenido en el
conjunto B, y por otra parte hay un tercer conjunto C que contiene todos
los elementos de B, necesariamente ocurre que todos los elementos de A
están contenidos en C. o siempre podemos hacer un análisis así de
sencillo en términos de conjuntos, pero en este caso sí, y nos sirve
para mostrar, todavía de forma intuitiva, que esa estructura es
efectivamente válida.
Como
podemos dilucidar retornando el ejemplo de los perros, su estructura es
válida, pero todo su contenido es falso. No es además la única
posibilidad: también podríamos tener un ejemplo de la misma estructura
argumentativa con un contenido falso en las premisas, pero con una
conclusión verdadera, como en el siguiente caso:
Toda obra artística es buena. (F)
Todo lo bueno es creación humana. (F)
Por tanto, toda obra artística es creación humana. (V)
Además, podríamos tener verdad y falsedad en las premisas y falsedad en la conclusión, como
lo muestra este ejemplo:
Todo desecho tóxico genera algún bien. (F)
Todo lo que genera algún bien es saludable. (V)
Por tanto, todo desecho tóxico es saludable. (F)
También tenemos, por supuesto, el caso en el que todo el contenido es verdadero:
Todos los metales se dilatan con el calor. (V)
Todo lo que se dilata con el calor es maleable. (V)
Por tanto, todos los metales son maleables. (V)
El
único caso que queda excluido es aquel en el que las premisas son
verdaderas y la conclusión falsa, pues encontrar un caso de ese tipo es
mostrar que no se da un paso necesario de las premisas a la conclusión y
que, por consiguiente, la estructura es inválida, lo cual no puede
ocurrir puesto que se trata de una estructura válida.
Ahora
bien, se debe tener mucho cuidado en no creer que por el hecho de estar
ante un argumento cuyo contenido es todo verdadero, por ese simple
presupuesto es válido, como en el siguiente ejemplo:
Cada
uno de los enunciados es verdadero, pero su estructura es inválida.
Para apreciar con mayor claridad esta afirmación, hace falta hacer
visible su estructura apoyándonos en el lenguaje simbólico. La
estructura queda de la siguiente forma:
TodoAes B.
TodoAes C.
Por tanto, todo C es B.
Haciendo
el análisis en términos de teoría de conjuntos, podemos decir que
tenemos un conjunto a cuyos elementos están todos dentro del conjunto B;
y por otra parte todos los elementos de A también están contenidos en
el conjunto C. Pero con sólo estos datos no tenemos la garantía de que
todos los elementos de C estén también contenidos en B. No se excluye la
posibilidad de que C tenga más elementos que los que contiene A y que
sean éstos los que escapen al conjunto B. Basta con que algún elemento
de C no pertenezca a B para que no se dé el paso de las premisas a la
conclusión. Revisa el esquema del caso 2 de la página siguiente.
En
nuestro ejemplo concreto, resulta que los hechos muestran que
efectivamente todo el que sea mexicano es latinoamericano, pero ese
enunciado no se produce por el paso necesario de la verdad de lo que
dicen sus premisas, pues en la práctica se trata de un hecho fortuito.
Pero si
podemos
mostrar otro ejemplo con la misma estructura, es decir, el mismo
ordenamiento de los elementos del argumento donde las premisas pueden
ser verdaderas y la conclusión falsa, con ello estaríamos probando que
esa estructura es inválida, pues habría un caso en el cual, aunque las
premisas sean verdaderas, la conclusión es falsa. Comprobémoslo en el
siguiente argumento:
Todo gato es felino. (V)
Todo gato es mamífero. (V)
Por tanto, todo mamífero es felino. (F)
Tenemos la misma estructura, pero este caso nos lleva, de verdad en las premisas, a falsedad en la conclusión.
Resulta
entonces que un argumento puede ser válido aunque todos sus enunciados o
alguno de ellos sea falso, pero lo que no puede ocurrir es que si sus
premisas son verdaderas, su conclusión sea falsa.
Hay
una inclinación a pensar que cuando un argumento tiene verdad en su
contenido, entonces su estructura tiene que ser válida. No obstante,
puede haber argumentos inválidos con cualquier valor de verdad: con
todos los enunciados verdaderos, con todos los enunciados falsos, o con
alguno falso y los demás verdaderos, y por supuesto cuando las premisas
son verdaderas y la conclusión falsa, que es el signo de la invalidez.
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